viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo 1 - Encuentro

Nos dirigíamos a la piscina cuando le vi. Leo, ese chico que tantos corazones rompe, el de segundo de Bachillerato de mi misma escuela, con esa mirada que daba vértigo de lo profunda que era, sus ojos tan claros del color del cielo en mediodía, sus labios... son indescriptibles. Carnosos pero delgados, siempre serios incluso cuando sonreía, la voz tan bruta que emanaba de ellos; esa forma de caminar, con las manos en los bolsillos del pantalón, con la espalda ligeramente encorvada hacia delante y el mentón bien alto; no era musculoso, pero estaba muy en forma, cosa que le hacía mucho más atractivo. Todo él era increíble, y todas nosotras estábamos detrás de él. Bueno, casi todas...
- De verdad, Ame, no sé cómo te pudiste fijar en semejante bicho. ¿No ves cómo camina? ¡Es todo soberbia en sí! - me dijo mi amiga Sarah.
- Tía, no seas así. ¿Acaso le conoces?
- He hablado una vez con él, y ha bastado para conocerle. No es humano, Ame, ese tío es un animal - sus palabras me hicieron reír entredientes, gesto al que ella respondió mirándome bruscamente.
- Amelia, te juro que no es normal. Ese tío tiene un problema mental o algo, no puede ser tan violento y soberbio. Hazme caso, de verdad, busca otro chico. No sé - dijo mirando alrededor, buscando sustituto para Leo - ... ¡fíjate en Em!
Em es mi mejor amigo, para mí es casi un hermano, como Sarah. Recuerdo que, cuando le conocí, solía esquivarme pensando que quería reírme de él o aprovecharme de su inocencia ya que, claro, es emo. Por eso le llamamos Em, aparte de que son sus iniciales: Ernesto Morales, solo que no le gusta para nada ese nombre. Él quiere llamarse Andy, y cuando le encuentro mal le llamo así para que, al poco tiempo, se anime. Ha cogido mucha confianza en mí, y todavía va a medio camino con Sarah. A ella la conocí cuando vine a este instituto; fue la primera que se ofreció ayuda y conocer el recinto, ya que yo también era emo por aquel entonces y repelía a los demás.
- Ame, no le hagas caso. Fíjate en quien quieras, aunque tenga complejo de perro como dice esta mujer - dijo echando sobre Sarah una mirada silenciadora. Yo, ante eso, empecé a reírme más, obviamente. Hasta que me fijé que Leo estaba doblando la esquina hacia nosotros, justo enfrente de mí. Me congelé, inconscientemente mi espaldam quedó recta, casi hacia atrás, como quien tiene miedo. Por supuesto, lo que yo sentía no tenía nada que ver con el temor, eran esos nervios que sentía cuando le tenía al lado. Sí, algo me decía que no podía ser tan perfecto y algún fallo tendría, pero para mí los fallos no tienen ninguna importancia junto a la perfección restante. Me coloqué el fleco, comprobé que toda la ropa estaba en su sitio y, justo cuando le tenía delante le sonreí. Todo fue muy rápido, pero cuando pasé por la altura de él, me giré a ver su espalda, también perfecta. Pero en vez de eso me encontré con su cara, ya que se había parado y se había dado la vuelta para mirarme. En ese momento un escalofrío recorrió mi cuerpo, y Sarah empezó a reírse.
- Parece que el lobo rompecorazones ha encontrado novia, Sarah - le dijo Em.
- Tú calla que estás más que celoso, sabes que Ame te encanta.
- Estás loca, si es que ves animales por todos lados. 
- Calma, niños, calma, que como sigan así no les compro el algodón de azúcar - dije con tono de adulta, dando a entender que parecía su madre. Los dos me miraron y volvieron la mirada al suelo, casi a la vez. Cuando volví la mirada, él seguía ahí, quieto, mirándome de arriba abajo, con la cabeza sobre su hombro izquierdo. Alomejor Sarah tenía razón con que era un demente, pero bueno. Quería que fuera MI demente.

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