domingo, 8 de enero de 2012

Me enamoré de ti perdidamente.

Aún recuerdo cuánto me encantabas, con tu pelo corto, a la altura de las orejas (siempre tapadas por los cascos) y las lentillas azules; la camisa negra, los pantalones negros y el abrigo al que yo llamaba "chaqueta de Drácula". Yo iba bastante pija, y tengo que reconocer que fue porque viniste tú.
Nosotras estábamos en mi habitación; tú al lado de mi cama, de pie, y yo también de pie, pero apoyada en mi escritorio. Desde el salón, de repente, se oyó la canción "Tonight I'm Lovin' You", y como no teníamos tema del que hablar, te dije: -¡Yas! ¿Tú oíste esa canción pero sin censura?
- Uhmmm... jejeje... - dijiste con tu sonrisa, tan pícara como preciosa - ¿Qué canción?
- Esaaaaa, la que acaba de sonar en la tele.
- Pues no sé - Noté que te hacías la tonta, por lo que aproveché que tenías el iPod en la mano y te dije: - Déjamelo.
- No.
- Venga, tonta - dicho esto, me acerqué a tí para cogerte el iPod lo más rápido posible, con tan mala suerte de que, con la prisa, no calculé las distancias y tú apartaste la mano hacia atrás, por lo que me incliné más hacia tí... pero no. Ya no me importaba el iPod. Sólo me importabas tú, te tenía a cinco centímetros, y no era un sueño. Pensamos lo mismo, y lentamente, nos dimos nuestro primer beso. Al principio me sentí en las nubes, pero me dije a mí misma "ME ESTOY BESANDO CON UNA CHICA, SE SUPONE QUE SOY HETEROSEXUAL", y me hice hacia atrás con más vergüenza que nada. 
¿Qué se le va a hacer? Me enamoré de ti perdidamente, y me di cuenta de que el amor no se rige por géneros, sino por corazones, con la suerte de que los nuestros se unieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario